5.4.07

El Lado Oscuro de la Luna


Para inaugurar este blog tomé una decisión tan simple como subjetiva: presentarles el disco que más disfruto escuchar: El Lado Oscuro de la Luna de Pink Floyd.
El álbum de la característica tapa negra con un prisma que refracta luz blanca en un arco iris fue tocado en vivo por primera vez en Brighton, Inglaterra, el 20 de enero de 1972, y recién lanzado al mercado el 24 de marzo de 1973. Desde entonces, se ha convertido en uno de los más vendidos en la historia de la industria discográfica. Algunos datos abruman: más de 35 millones de copias vendidas en 34 años (sin contar las ventas de su re-edición especial para su 30mo aniversario); además, entró al libro Guinness de los Records por haber permanecido 591 semanas consecutivas (11 años y 4 meses más o menos) entre los 200 álbumes más vendidos. ¡Y en el año 2002, reingresó al listado de los 200 más vendidos en Estados Unidos! Sin embargo, el disco – cuyo título originalmente iba a ser Eclipse (A Piece for Assorted Lunatics) [Eclipse (Una Obra para Lunáticos Surtidos] – no es puro éxito comercial. Es, en mi opinión, una enormemente creativa y conmovedora obra de arte.
En primer lugar, quisiera resaltar aquellos aspectos que hace 34 años distinguieron a este álbum como un vanguardista y novedoso producto del ingenio… y lo siguen haciendo. Por empezar, el álbum fue grabado utilizando los equipos de 16 canales que recién habían sido adquiridos por los míticos estudios Abbey Road. Con Alan Parsons como ingeniero de sonido, la banda desplegó un abanico de efectos sonoros que le dan al disco una calidad única y envidiable, incluso cuando ya han pasado tantos años de avances en el desarrollo de equipos de grabación. Explotaron al máximo un sin fin de recursos que ya habían estado usando en trabajos anteriores, como por ejemplo voces (y risas) en off, delays (o efectos de retraso y rebote) para voz y guitarras, compresores, trémolos, chorus (efecto desarrollado por The Beatles que simula la presencia de dos instrumentos levemente desfasados cuando en realidad hay sólo uno) y sintetizadores que le dan una impronta hipnótica a varios pasajes. Una muestra del ingenio entre tanta tecnología de avanzada la da el comienzo del tema “Money” [Dinero] – uno de los más conocidos de esta obra – en el que se pueden escuchar los sonidos de monedas que se golpean al caer, una vieja caja registradora que se abre, etc. Todo este “colchón” de sonidos que casi automáticamente asociamos con el dinero se reproducen en un “loop” o una especie de “rulo”: es decir, los mismos sonidos se repiten cíclicamente; pero, he aquí el ingenio: en nuestros días, con un software adecuado para editar grabaciones en una PC, hacer un “loop” es cuestión de “pintar” lo que queremos que se repita como un mantra y presionar el botón que dice “loop”. En los 70 y sin esta ayuda que brinda la tecnología, Waters físicamente cortó (tijera en mano) y pegó la cinta en la que había registrado estos sonidos. Y luego, para que esta cinta no corriera desde un carretel y se almacenara “definitivamente” en el otro, la estiró entre dos caños que le permitían a la cinta correr infinitamente. Además de todo esto, este “loop” está minuciosamente sincronizado con el ritmo de la canción, el cual difiere de la mayoría de las canciones de rock: en vez de ser 4 (negras) x 4 (tiempos en el compás), es de un raro e intrincado 7 x 8. Al ver en el DVD sobre la grabación de esta obra cómo se hizo este trabajo, uno no puede más que rendirse ante tal inventiva y lucidez.
Ahora, los temas, cuyas letras fueron compuestas por primera vez sólo por Waters. El álbum se resiste – como cualquier otro álbum de la banda – a ser reproducido en el modo “random” (o por orden al azar) del equipo de música, ya que todas las canciones están secuenciadas de manera que vamos desde el grito de desesperación que abre la obra (“Speak to Me” [Háblame]), pasando por la locura que encuentra su fin en una explosión, por reflexiones sobre la avaricia que despiertan el dinero y el tiempo, las divisiones sociales, hasta llegar a un pequeño ensayo sobre la locura demencial del humano. La primera canción del disco, “Breathe” [Respira] está inspirada en una canción que compuso Waters por encargo en el año 1970 para una película sobre biología. Ambas canciones tienen el mismo comienzo, pero mientras la primera cuestiona la destrucción del medio ambiente, la incluida en El Lado Oscuro… es mucho más existencialista: con una suave contundencia nos recuerda que nuestras vidas son las sonrisas que regalamos, las lagrimas que lloramos, todo lo que tocamos y todo lo que vemos y que, mientras tanto, marchamos hacia nuestras tumbas. “Time” [Tiempo] es justamente sobre eso: el tiempo. Fiel a su estilo, Waters embiste contra quienes desperdician el precioso y fugaz tiempo que tenemos y contra quienes viven tan alocadamente su rutina contra-reloj que no se dan cuenta que aunque corran para alcanzar al sol, éste se hunde en el oeste para dar la vuelta y tomarnos por sorpresa otra vez. El siguiente instrumental es uno de mis favoritos, la dulce y furiosa, cuerda y demente, calma y explosiva “The Great Gig in the Sky” [El gran baile en el cielo]. Sobre “Money” [Dinero] no hay mucho para agregar: una letra transparente sobre la mezquindad, el ansia de poder y los dobles discursos (“Al dinero, compártelo, pero no saques una parte de mi torta”). Luego, otra maravilla: “Us and Them” [Nosotros y Ellos]. La música de esta última fue compuesta por Wright (piano) para una película pero fue rechazada; originalmente se llamaba “La secuencia violenta” ya que en el film, serviría de música de fondo para unas imágenes en cámara lenta que mostraban estudiantes universitarios de California enfrentándose con la policía. Para El Lado Oscuro… Wright mantuvo un estupendo y muy sentido solo de piano mientras que Waters produjo una maravillosa letra sobre las divisiones: nosotros contra ellos, arriba y abajo, con y sin, etc. “Y quién puede negar que de eso se trata la pelea”. La última sección de la obra encadena “Any Colour You Like” [Cualquier color que te guste] – otra maravilla instrumental en la que literalmente Gilmour pinta colores en el aire con su guitarra – con “Brain Damage” [Daño cerebral] y “Eclipse”. La letra de “Brain Damage” (que originalmente se llamaba “El Lado Oscuro de la Luna”) describe la demencia colectiva que se materializa en dictadores estilo Hussein o Bush. Y lo más interesante de esta canción es la manera en la que no sólo a través de las letras sino también a través de la música, a través de acordes que normalmente no combinan y, por ende, crean una fuerte disonancia, la banda dibuja o caricaturiza a este lunático colectivo. Eso es saber música. Justamente, tratándose de oscuridad y luna, el disco termina con un “Eclipse”. Como siempre, es imposible adivinar porqué la banda decidió cerrar con este tema, y a mí la canción me sugiere diferentes cosas cada vez que la escucho: todo de lo que se habló (o cantó) en el disco está en cada uno de los versos de “Eclipse”, y todo está bajo un sol eclipsado.
El Lado Oscuro… no sólo ofrece muy buenas melodías, armonías y calidad sonora, sino que también es acerca de algo o de varias cosas. Cosas que quizá tiene que ver con nuestra condición humana y por eso es tan apreciado. Y eso es mucho.

Puntaje: 10 discos eternos.
JavierNicolás

Nota: Muchas de las curiosidades sobre este disco las encontré en el sitio oficial de la banda: www.pinkfloyd.co.uk